martes, 2 de julio de 2013

De San Telmo a La Plata, sólo para regalar robles


Pablo Aquilino ama los robles y dice que su conservación está amenazada. Plantó más de 600 y regala plantines y semillas

Pablo Aquilino tiene 28 años y vive en San Telmo. Pero lo une a nuestra ciudad una curiosa historia en la que las plantas, su gran pasión desde chico, son protagonistas. Más precisamente los robles, de los que ya lleva plantados más de 600 ejemplares, con el único objetivo de regalarlos y colaborar con la naturaleza. Desde nuestra ciudad se ha llevado muchas semillas, y tambien aquí tendrá un lugar desde el cual regalarle a todo aquel platense que lo requiera, un roble.


“Desde chico me gustaron las plantas -cuenta- y el recuerdo más alocado que tengo es haber puesto dos parlantes frente a una potus, poner música clásica y clavar en la tierra 2 clavos conectados a una pila, sólo para ponerme a mirar si se movía o no la planta, o si sentía la música y recibía la electricidad de una pila de 1.5 V. Y de más grande me dediqué a la jardinería. Terminando el secundario hice trabajos a domicilio y así descubrí lo grandioso que es estar en contacto con la naturaleza”.

“En la casa de mi madre -relata- había un roble de unos 6 metros de altura, un árbol que además de majestuoso es puro. Después me mudé a un departamento en San Telmo y allí comencé a plantar robles. Muchos me acercaron semillas, otras tantas las busqué yo, pude conseguir unas 150 y decidí plantar a todas. Y el día que creció la primera, no lo olvidaré jamás. Lo llamé ´Nacimiento´”.


“Luego el resto se empezó a sumar y me di cuenta que tenía que empezar a ofrecerlos, porque hasta ese momento no había calculado que no podía tener 135 robles en un departamento, así que empecé a regalarlos”.


“Este año decidí plantar 400 entre las semillas que junté del árbol de la casa de mi madre y las que junté en La Plata -señala Pablo- aunque despues me asusté. ¿Quién va a querer tantos robles?. Entonces publiqué en una página de internet y el resultado fue increíble, porque la gente no solo quería robles, sino también semillas. Al día de hoy pude entregar más de 30 plantines de robles y unas 500 semillas. Tambien en varios colegios cuyos alumnos los cuidan con la consigna de preservar el planeta. Y tengo pendiente más entregas, inclusive en la ciudad de La Plata, a donde voy habitualmente”.


“Tenemos un solo tipo de roble en la Argentina que está en el sur de nuestro país -destaca Pablo- y su estado de conservación está casi amenazado. Con esto yo aporto un pequeño grano de arena al ecosistema. Lo demás lo aportan todos los que se llevan un árbol para hacerlo crecer”.

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