martes, 11 de noviembre de 2014

El mundo visto desde la plaza Dorrego

San Telmo y la magia de su pasado, sus casonas, sus olores y su gente

Lo que siempre me atrapó de San Telmo fue su magia: la Magia con mayúsculas de este lugar. En 1972 el arquitecto José María Peña me invitó a participar de la primera feria en la plaza Dorrego para festejar la semana de Buenos Aires. Era una feria de artesanías y antigüedades; todas cosas genuinas. Por entonces yo vivía con mi familia en Recoleta, en Charcas y Montevideo, y me había mudado, a su vez, desde Lomas de Zamora.

Mientras estaba en la feria, desde la plaza veía los balcones de la construcción en la calle Defensa en la que hoy vivo y donde funciona mi museo-taller. Recuerdo que aquel día pensaba: "Esa casa tiene que ser para mí". Hasta lo soñaba. Así que le hablé al dueño, un italiano de unos 70 años que se llamaba Antonino De Gregorio, quien en ese momento tenía un hotel con un restaurante en esa propiedad: la Cantina Sorrento.

Pero el italiano se negó a vendérmela. "Ésta es mi patria y acá moriré", me dijo. Un año después, sin embargo, me llamó. El precio que me pedía era exorbitante, pero mi suerte había cambiado, así que junté el dinero, y con dos hermanos la compramos y la restauramos con la ayuda del arquitecto Peña.

Por esas cosas del destino, años más tarde viajé a Barcelona para visitar el lugar en el que había vivido mi bisabuelo. Nuestra casa en San Telmo- la que le compramos al italiano- queda en la calle Defensa frente a la antigua Plaza de las Carretas, esquina Alta de San Pedro. Y el taller de mi bisabuelo en España hace 120 años quedaba en la calle Alta de San Pedro N° 12, frente a la antigua Plaza de las Carretas. Lo recuerdo y aún me emociona la coincidencia.

Hoy San Telmo es mi pequeño mundo. Es el lugar donde creo, dibujo, pinto y tengo mi jardín con cientos de flores en la terraza, desde donde puedo ver el antiguo Ministerio de Obras Públicas, el río, la Plaza de Mayo. Dentro de este solar, tengo todo lo que preciso, pero de las puertas para afuera hay montones de cosas que me inspiran.

Una de ellas son los revoques de las fachadas del barrio, tanto los que se conservan bien como los que están mal. Siempre me acuerdo de Cátulo Castillo: "Paredón, tinta roja en el gris del ayer...". No sé por qué me atraen tanto, pero debe ser algo importante, porque hasta uno de los mejores tangos habla de una pared vieja.

Otro detalle que me atrapa es el de los olores: ese olor tan típico de los barrios que es un misterio, y que si lo pudiera explicar no sería tan lindo. En el Mercado elijo mi mercadería, paso y converso con el verdulero y el carnicero. Me encanta porque en San Telmo no soy un vecino más. Me conocen los gustos, y entonces se da algo mucho más profundo que una relación entre cliente y comerciante.

Hoy por San Telmo paseo menos, o a otras horas. Años atrás, podía cruzar la calle con los ojos cerrados porque pasaban pocos autos y los vecinos nos conocíamos entre todos. Hoy hay menos anticuarios y más artesanos, aunque también hubo una invasión de falsos artesanos, que con el tiempo van a hacer desaparecer a los verdaderos, que no pueden competir con los precios. A pesar de todo quedan artistas, con quienes converso o comparto herramientas.

En mi memoria del barrio y de la plaza están Sabato y Borges haciendo una nota para un diario acá enfrente, en la plaza Dorrego. Me acuerdo también de un señor que se acodaba en el mostrador del bar de la esquina y se vestía igual que Gardel: era un malevo octogenario, muy auténtico.

Otra cosa muy típica es la música: he visto más de una vez a Troilo, a Rivero con su traje azul y su pelo rojizo, a Hernán Oliva, a Oscar Alemán? Como dice Ferrer, el barrio tiene "ése no sé qué". Es una incógnita, como con las mujeres. No sabés si te enamoraste o te enamoraron.

Tengo infinidad de motivos para vivir en San Telmo. Aquí se criaron mis hijos, mis nietos y una bisnieta, y paso mis días rodeado de mi familia, amigos y las personas que trabajan conmigo, todos gente loca, cómplices de una aventura con quienes viajo al futuro, aunque con raíces fuertes y bien ancladas en el pasado..

Fuente: La Nación 

Link: http://www.lanacion.com.ar/1742212-el-mundo-visto-desde-la-plaza-dorrego 

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