jueves, 17 de octubre de 2013

“La idea es repoblar el planeta de árboles”

En una época en la que hay tantos árboles mutilados, invadidos o cementados, la meta de Pablo Aquilino -dueño de la frase que sirve de título a esta nota- puede resultar algo ambiciosa. Pues bien, solo lo es para aquellos que nunca lo intentaron. En cuatro años, Pablo lleva entregados más de doscientos cincuenta robles bebés y seiscientas semillas del mismo árbol. Los regala -desinteresadamente- con el solo anhelo de que algún día llenen la ciudad de verde.

La idea de regalar árboles se fue gestando cuando Pablo vino a vivir desde Ramos Mejía a San Telmo. Acostumbrado a una zona donde el tejido urbano es más abierto, las veredas son más anchas y las casas tienen sus propios jardines, San Telmo le resultó inversamente proporcional: muchos edificios y poca naturaleza. Entonces decidió proveerse él mismo del verde que el barrio carecía. Al principio plantó aproximadamente 150 semillas de robles y de ellas crecieron 90 plantas. La experiencia fue gratificante. “Al principio ves la semilla y decís ¿De esto sale semejante árbol? Y lo entendés cuando lo ves crecer… Después te volvés un experto”, nos cuenta.

Foto: “La idea es repoblar el planeta de árboles” http://ow.ly/pVJiZ #VivirEnSanTelmo

Pablo Aquilino con sus robles

Con las semillas creciendo en vasitos de telgopor agrupados en cajones de fruta, el departamento de Pablo le fue quedando chico y su iniciativa comenzó a ser cada vez más grande. De a poco su entusiasmo hizo que se sumaran energías. “La idea era hacer crecer los robles y después regalarlos” primero a conocidos y luego armó un grupo a través de Taringa (comunidad virtual argentina en internet donde la gente publica, comparte, intercambia información, ideas, etc.) donde se generó un ida y vuelta con gente interesada en lo que él proponía y regalaba: robles. Hoy en día, por ese medio, le hacen preguntas, comentarios, comparten sus experiencias o suben las fotos con los avances en el crecimiento de sus robles. La repercusión es tan buena que mucha gente se ha puesto en contacto con él. Le escriben desde todo el país (Buenos Aires, La Plata Trelew, Comodoro Rivadavia, Caleta Olivia, Río Gallegos, Salta, Tucumán, Jujuy, Mendoza, Santiago del Estero, Neuquén y Córdoba) no solo pidiéndole robles, sino que algunos le han enviado semillas, otra persona le propuso entregarle macetas de soplado (las negras donde vienen las plantitas cuando se compran en el vivero), un especialista se ofreció a evacuar dudas y también le preguntan por el tiempo de crecimiento (tarda entre mes y medio y tres meses en aparecer el primer brote). Hasta su verdulero juntó cajones de manzanas para ayudarlo a organizar la tenencia de los robles.

Pablo sabe que su proyecto no solo ayudará a tener aire más limpio, sombra en verano y un paisaje más ameno, sino que cada roble que entrega involucra la posibilidad de aprender, de conectarse, de asombrarse, de que nos comprometamos con el otro y con la naturaleza. El proceso, “…es muy sencillo: de una semilla sale una planta. Cualquiera lo puede hacer, no hay que ser científico” dice Pablo, casi con ingenuidad. Es un buen ejemplo a seguir.

Fuente: El sol de San Telmo
Link: http://www.elsoldesantelmo.com.ar/?p=6683                                                                        

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