viernes, 27 de noviembre de 2015

Conocé el nuevo hotel "secreto" frente a la Plaza Dorrego

El Hotel Anselmo, del Estudio Rietti Smud, se configura como un claustro moderno al que se accede por una entrada secreta. Desde el interior, una fachada inabarcable de un edificio nuevo cuya existencia es imposible de sospechar desde la vereda.


Después de traspasar el portón de una vieja construcción frente a la Plaza Dorrego, en pleno San Telmo, pocos metros más adelante surge a la vista el muro cortina combinado con superficies de piedra pulida: fachada inabarcable de un edificio nuevo cuya existencia era imposible de sospechar desde la vereda.

Es como si se fueran descorriendo decorados sucesivos, o se descubrieran realidades paralelas que conviven en tiempo y espacio; una sensación que se acentúa cuando la construcción revela su estructura de claustro con su patio central sumergido por debajo del nivel peatonal, en el corazón de la manzana.

El Hotel Anselmo, ubicado sobre una calle peatonal que dobla a 90 grados bordeando la plaza donde funciona la feria de antigüedades, ocupa un predio que fue sucesivamente galpón, feria techada de souvenirs para turistas y estacionamiento. Hasta que en 2009, sus compradores encararan el desarrollo de un hotel boutique con proyecto arquitectónico del estudio Rietti Smud, con expertise en hotelería incluye varios emprendimientos para la cadena Meliá.

Según cuenta Alberto Smud, socio del estudio, las estrictas normas a las que debe atenerse cualquier proyecto en el casco histórico porteño fueron la principal dificultad a vencer: “Entre otros requisitos, se debía conservar el frente, que data de 1906, y conseguir que hacia afuera no se notara en absoluto que adentro hubo una alteración”, explica. El otro desafío era ubicar50 habitaciones cómodas y bien ventiladas en este lote que, si bien no tiene FOT, sí tiene una altura máxima muy restrictiva.

En suma, frente a todas estas condicionantes, el proyecto para el hotel se basó en un puñado de decisiones potentes. En primer lugar, que todas las habitaciones ventilen hacia un patio urbano que, por normativa, debía tener un ancho mínimo de cuatro metros, pero finalmente tiene más de ocho. Por otra parte, como se trataba de un lote encerrado en el que no había hacia dónde mirar, se decidió generar el edificio alrededor de un vacío protagonista de modo tal que todas los habitaciones se orientan hacia él.

“Es un claustro contemporáneo”, lo define Ana Sol Smud, una de las responsables del proyecto (y ganadora del Premio Clarín-SCA para estudiantes en 2008). Está delimitado por los nuevos volúmenes y un viejo muro de ladrillo visto que se conservó al natural sobre una de las medianeras. También se puso en valor el frente original para alojar dos niveles de suites.

Otra decisión clave fue enterrar el patio central tres metros por debajo del nivel de la calle, con lo cual se ganó un nivel más de habitaciones en el nivel cero y se optimizó el rendimiento de la altura máxima permitida, de planta baja y tres pisos. De modo que a este espacio protagonista,patio gastronómico apto para eventos al aire libre, se desciende por una escalera desde el área de acceso semicubierta.

Allí la circulación se divide en dos: a la derecha el lobby (y más allá las habitaciones), y hacia abajo el patio: el hotel público y el íntimo. En el primer subsuelo, sobre los dos lados largos del patio, se ubicaron los dos locales de gastronomía. En principio –cuenta Ana Smud– iban a funcionar como recovas semicubiertas, pero finalmente se cerraron con paneles vidriados.

Un segundo subsuelo, a -6,5 metros, fue destinado a un salón de eventos, y se vincula con el vacío central gracias a unas lucarnas de sección trapezoidal irregular que perforan el solado del patio. “En realidad no hay subsuelos sino una sucesión de niveles hacia arriba y abajo, una interacción entre distintos planos ”, define Liliana Schraier, también socia del estudio.

Las cuatro plantas de habitaciones se resolvieron con una circulación perimetral volcada sobre las medianeras, con la curiosidad de que la pared del fondo del terreno, de ladrillo visto, se conservó íntegra e intacta como testimonio histórico. De hecho, las losas no llega a la pared original, y se colocaron paneles vidriados en la hiancia entre la losa y el muro. Incluso las nuevas vigas de hormigón visto se fusionan visualmente con la pared original. Y se dejaron viejas cañerías y piezas de hierro incrustadas a modo de reliquias constructivas.

Todas estas características del proyecto, sumado a la ubicación, coadyuvaron a que el hotel pasara a formar parte de la cadena Curio: A Collection by Hilton , caracterizada por ofrecer “experiencias auténticas vinculadas a la historia del lugar”, según indicaron fuentes de la propia cadena. También el proyecto de interiorismo, a cargo de la arquitecta Gabriela Faena, se orientó a “jugar con la sorpresa que genera pasar del casco histórico a un edificio contemporáneo”.

Faena explica que se eligió un mobiliario “despojado, simple pero sofisticado y de línea italiana”. El desafío de conseguir que las habitaciones estándar de 26 m2 parezcan más espaciosas de lo son se resolvió con un baños integrados provistos de unas columnas metálicas caladas, realizadas por el artista Hugo Tonti, todas distintas entre sí, que contienen el lavatorio.

Según Schraier, el interiorismo “funciona como continuación de la arquitectura, con materialesnobles y naturales”, como mármoles de Carrara, y maderas macizas y al natural: “Todo es bien auténtico, nada es artificial”, sintetiza.

Fuente: Clarín 

Link: http://arq.clarin.com/arquitectura/Hotel-caja-sorpresas_0_1469253725.html

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