domingo, 26 de octubre de 2014

Metrobús Paseo Colón: los vecinos se oponen

“El gobierno quiere que les cedamos todo el comedor y la mitad del teatro”

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El Metrobús de Paseo Colón, anunciado hace un año, rápidamente se reveló –para decirlo en palabras del subsecretario Die­trich– como “el más conflictivo”. El problema es que vecinos e institu­ciones de San Telmo probablemen­te sean desalojados si se cumple el trazado previsto, que recorrería el Bajo desde Plaza de Mayo hasta La Boca. El gobierno porteño nunca confirmó la traza, pero trascendió que varios inmuebles ubicados en­tre Carlos Calvo y Almirante Brown tendrían que ser demolidos.

Algunos son muy significati­vos. Por ejemplo, el Centro Edu­cativo Isauro Arancibia y el CAINA (Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia), un parador para chicos sin techo; el teatro y comedor Severino Di Giovanni y la Escuela-Taller del Casco Histórico. Además, quedan comprometidos el estacionamiento del diario Ám­bito Financiero y el histórico edifi­cio Marconetti, de Paseo Colón al 1500, frente a Parque Lezama.

Los vecinos del Marconetti fue­ron los primeros intimados a aban­donar el inmueble. A través del de­creto 156 del Ejecutivo, del 24 de abril de 2014 con la firmas de Mau­ricio Macri y Horacio Rodríguez La­rreta, se dispuso el desalojo admi­nistrativo de las 40 familias que lo habitan. No se alude a la creación del carril para colectivos sino que se invoca un decreto municipal de 1946 y dos ordenanzas emitidas bajo gobiernos militares, en 1968 y 1977, respectivamente, en las cua­les se dispone ensanchar la aveni­da, lo que no se concretó.

La Asamblea de San Telmo tie­ne un comedor popular y un teatro en Paseo Colón al 1000. La intima­ción les llegó desde la Dirección Ge­neral de Administración de Bienes a través de una disposición que exi­ge “a los ocupantes del inmueble a que lo desocupen y restituyan” al citado organismo.

Desde la Subsecretaría de Transporte niegan las intimaciones y dicen que detectaron documen­tación apócrifa. Atribuyen las pro­testas a la búsqueda de un rédito político. “No vamos a avanzar si no hay consenso”, afirman. Y aclaran que no hay ni llamado a licitación ni fecha para el inicio de las obras.

Sin embargo, la Dirección Ge­neral de Administración de Bienes confirmó a Diario Z que las cédulas son auténticas y que fueron envia­das por esa repartición. “Necesita­mos despejar para la construcción del Metrobús”, afirmó Martín Ze­ballos, gerente operativo del área legal. “Estamos conversando con cada uno, pero el contenido de las conversaciones es confidencial. Nuestra voluntad es dialogar y al­canzar una solución consensuada, no queremos llegar con la policía.”

Zeballos dijo que el CAINA se­ría relocalizado. Y que el ex Centro de Detención El Atlético no se vería afectado, algo que preocupa a or­ganismos de derechos humanos y sobrevivientes de la dictadura.
Isauro Arancibia: demolición de sueños

Los docentes y estudiantes están con un nudo en la garganta. Primero, les cortaron el teléfono. Veinte días. Luego les cortaron la luz y el agua. En Edesur y Telefónica les dijeron que ésa “es ahora zona de demolición”. Fue demasiado.

Al Isauro Arancibia con­curren 200 chicos y chicas de la calle. Cursan la escuela primaria y participan de talle­res de oficios a contraturno. Además, funciona un jardín maternal con 38 niños y ni­ñas, hijos de los alumnos.

Desde que trascendió que la traza del Metrobús de Paseo Colón afectaría su edi­ficio, no hubo diálogo con las autoridades del Ministerio de Educación ni de la Subsecretaría de Transporte.

“Donde tenemos el SUM y los chicos hacen los talleres, tenemos la luz cor­tada. Y ahí está también la bomba de agua, por eso nos habíamos quedado sin agua. Después de la radio abierta que hicimos frente al Ministerio de Educa­ción, vino un ingeniero e hizo un empalme provisorio. Esto de los cortes es de ahora, no había ocurrido antes”, cuenta Susana Reyes, coordinadora del Isauro. No oculta su angustia por lo que pueda ocurrir con este proyecto, al que está ligada desde su origen, en 1998. “Nunca nos informaron oficialmente qué va a pasar. Nunca contestaron los pedidos de informes que se presentaron desde la Legislatura y desde la Asesoría Tutelar; nunca contestan por dónde va a pasar el Metrobús ni si nos van a trasladar. Al CAINA le mostraron otro lugar, a nuestros vecinos ya les llegaron los telegramas de desalojo.”

Para los alumnos, que en su mayoría sobreviven en situación de calle, la angustia es mayor. “Sabemos lo que significa para pibes como nosotros ve­nir a estudiar”, dice Daniel, 23 años, en la calle desde los 11. “Si derrumban esto van a derrumbar los sueños de un montón de chicos que quieren pro­gresar. No nos pueden cortar las piernas así. Nos arruinan.” Su compañero Juan Carlos (24 años), que vive en la plaza de la Facultad de Ingeniería, dice “esto lo levantamos entre todos, los profesores y nosotros, que ponemos nuestro mejor empeño. Es un esfuerzo levantarte, sin tener nada, y venir. Acá encontrás siempre una sonrisa, una palabra de aliento”.

“Este año pudimos incorporar 30 estudiantes de nuestra escuela a ho­teles, con familias y todo”, dice Susana. “No es la maravilla pero es mejor que estar en la calle. Eso lo hacemos en articulación con Nación, no con la Ciudad. Conla Ciudad no podemos hacer nada. Los chicos no quieren ir a los paradores porque están peor en el parador que en la calle.”

Ninguno de los organismos consultados por Diario Z respondió si el Arancibia sería demolido, relocalizado o remodelado, como alguna vez les prometieron.
“El gobierno quiere que les cedamos todo el comedor y la mitad del teatro”

El teatro Severino Di Giovanni anuncia desde su nombre –homenaje a un anarquista célebre, na­cido en Italia y fusilado en la Argentina a los 30 años por el gobierno militar de José Félix Uriburu– su li­gazón con las causas sociales. Adelante funciona un comedor popular de la Asamblea de San Telmo (AST). Como para ratificar su identidad libertaria, la sala es apadrinada por el escritor Osvaldo Bayer.

Todos los días desde hace siete años, Susana sirve el almuerzo. Comenzó en 2001, cuando estos emprendimientos se convirtieron en el último bas­tión para la supervivencia. Al poco tiempo, quedó al frente del comedor. “Lo fuimos arreglando y mo­dernizando de a poco. Acá comen 30 o 40 perso­nas todos los días, pero también viene mucha gente que pide y le preparamos una bandeja”. Con ella trabaja Ángela, responsable de los emprendimien­tos culturales de la organización. La continuidad de este espacio ahora pende de un hilo.

“En enero nos trajeron una cédula que nos or­denaban desalojar el lugar”, cuenta Susana. “Pedi­mos una reunión en Bienes Fiscales para que nos explicaran de qué se trataba, por qué ellos recla­maban todo el espacio. Tenemos desde 2009 un acuerdo con la Dirección de Bienes por el que no­sotros cedíamos 10 metros de frente y el Gobierno nos ayudaría a refaccionar el lugar. Tenemos familias viviendo acá. En Bienes Fiscales no tenían ni idea de que teníamos este acuerdo, y ahora nos piden que cedamos 17 metros, lo que abarca todo el comedor y llega hasta la mitad del teatro. A partir de ahí, no hubo ningún diálogo. Solamente esto, nos dijeron que teníamos que desalojar.”

Hace unos cinco meses, Horacio Rodríguez La­rreta se reunió con vecinos de la zona. “Fuimos y expusimos el tema del Metrobús. Nos dijo que nos iba a dar una reunión, pero no pasó nada”, dice.

Susana y Ángela participan de los cortes y pro­testas de la Comisión por la Defensa de la Avenida Paseo Colón. “Vamos a seguir con los cortes. No somos los únicos perjudicados. Hemos hablado con varios legisladores y pudimos hacer entrar un pedido de informes por el impacto ambiental, los árboles, los edificios que se demolerían, pero nada. No nos contestaron nada. En Bienes Inmuebles también nos dijeron que nos iban a volver a llamar, pero no nos llamaron”, dice Susana.

Y anuncia que el 30 de octubre se van a movi­lizar al Centro de Gestión de la Comuna 1. “Quere­mos que nos digan qué va a pasar. Nosotros quere­mos quedarnos y seguir trabajando.”

Fuente: Diario Z

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