lunes, 20 de octubre de 2014

El bar por el que pasó la historia

El Federal cumple 150 años en Carlos Calvo y Perú. De almacén y pulpería a café notable.


Si se lo considera desde lo geográfico, San Telmo es uno de los barrios más pequeños de Buenos Aires. En cambio, si el encuadre se hace tomando en cuenta su pasado, esa zona de alrededor de 70 manzanas tiene tanto para aportar que serían necesarios estudios profundos y muchas páginas para recordar cada hecho y lugar. De todas maneras hay algunas cuestiones puntuales que merecen ponerles el ojo y destacarlas por su historia. Por ejemplo: el bar El Federal, un edificio original de 1864 que, en este siglo XXI, está cumpliendo 150 años en la esquina de Carlos Calvo y Perú.

En su origen, fue pulpería y no sería extraño que por allí haya pasado alguna vez el famoso Gabino Ezeiza, aquel payador afroargentino nacido en San Telmo el 3 de febrero de 1858. Dicen que Gabino ya hacía sus payadas desde 1872 y solía trenzarse en esas ruedas que tenían por escenario aquellos locales donde los juegos de naipes, dados y hasta las riñas de gallo eran parte de ese paisaje con calles de tierra y caballos atados a los palenques. La cercanía de la Plaza Dorrego (en Humberto Primo y Defensa), lugar de concentración de comerciantes, también aportaba sus parroquianos.

Dicen que, por entonces, en El Federal funcionaba un “almacén de ultramarinos”, donde se conseguían buenas sardinas españolas, originales higos de Esmirna y un excelente aceite de oliva italiano. Hoy se las llamaría delicatessen. Eso era en la planta baja, porque algunos memoriosos recuerdan que en la parte superior supo haber un prostíbulo. Cuentan que en esos tiempos circulaba una cuarteta que lo reflejaba: “Detrás de la Concepción/ donde crecen los malvones/ destrozan los corazones/ mujeres sin corazón...” Hacia 1871, con la epidemia de fiebre amarilla, San Telmo cambió porque las familias de mayores recursos (los mejores clientes de los “ultramarinos”) se fueron hacia el Norte.

Con los años, el local entró en otra categoría también muy porteña: almacén y despacho de bebidas. El poeta Héctor Gagliardi solía presentarlo así: “Parado contra la esquina, en posición de descanso; en la vidriera hay garbanzos, arroz y azúcar molida. Un cartel que le dio vida, donde la lluvia al caer, sólo nos deja leer ‘macén y cho de bebidas’”. Eran un clásico de la Ciudad, donde la “picada” y el “vermucito” o el café “con gotas” se hicieron tradición. Décadas más tarde, ese ritual sigue vigente en las mesas de madera de El Federal.

Tampoco falta la barra de madera maciza, con una alzada en vitreaux que merece atención. Y que también tiene su historia, porque cuando hicieron una excavación para instalarla, debajo de los antiguos mosaicos los obreros encontraron varios esqueletos humanos. Eran de víctimas de la fiebre amarilla que habían sido enterrados y tapiados de urgencia para evitar contagios. Claro que no son los objetos más preciados del bar. En la lista de joyas hay que incluir alguna cuba de roble francés, viejas botellas y porrones de ginebra, antiguas chapas esmaltadas con el nombre de algún producto grabado a fuego o la vieja lata de arroz “Doble Moneda” con alguna artística pintura al óleo que la convierte en algo muy original.

Escenario de algunas películas, alguna vez sede de las clases abiertas del “Liceo Superior” de la Academia Nacional del Tango o lugar para encuentro de poetas y escritores, El Federal (café notable de Buenos Aires y sitio de interés cultural de la Ciudad) sigue con sus leyendas a cuestas. Una recuerda que, cada vez que actuaba en San Telmo, Roberto “El Polaco” Goyeneche pasaba a tomarse una Hesperidina con algunos ingredientes. Otra, la que menciona el crimen ocurrido en la década de 1950 en la puerta. Un joven mató a tiros a la atractiva hija del almacenero porque la sorprendió con otro. Pero esa es otra historia.


Fuente: Clarin 

Link: http://www.clarin.com/ciudades/bar-paso-historia_0_1225077539.html

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